PREGUNTAS ANTIGUAS QUE SIGUEN AHÍ

VICENTE TORRES. Los seres humanos solemos preocuparnos en cosas de menor importancia y perdemos de vista aquello que realmente nos importa. Las preguntas antiguas, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, ¿qué somos?, todavía están ahí.

¿De dónde venimos? Creemos saber cómo se formó la vida en nuestro planeta. También creemos saber como evolucionaron las especies hasta llegar al ser humano. Creemos saber que los genes contienen unos mecanismos que mueven a la imitación. Los integrantes del reino animal aprendemos imitando. Este instinto de imitación no existe sólo entre miembros de las mismas especies, sino que salta de unas especies a otras. El ser humano en sus tiempos remotos, es probable que aprendiera a caminar de modo gallardo gracias a los caballos. Acaso aprendió de los pájaros el canto. La nobleza y la bravura del toro bravo. Y así sucesivamente. Por supuesto, que todas estas características se fueron captando de modo instintivo y no consciente. Homero nos dio los primeros arquetipos, lo cual significó un salto cualitativo. A partir de entonces, comenzamos a imitar a nuestros semejantes y además seleccionando los modelos. Eso no significa, en absoluto, que la imitación inconsciente haya terminado.

¿A dónde vamos? El deseo de trascender está presente en la humanidad desde sus comienzos. Hay algo que sabemos. Somos parte de un grupo que va tejiendo una historia. Mientras el grupo perviva, pervivimos en él. Somos parte de un grupo. Es decir, al nacer heredamos una historia milenaria. El ser humano solo no es nadie. Necesitamos a los demás y puesto que hemos heredado una cultura, que nos enriquece, hemos de colaborar aportando nuestro granito de arena. Todos nos hemos de morir. ¿Cómo trascender entonces? Un método seguro consiste en abrazar ideas que duren en el tiempo. Nosotros nos vamos, pero nuestro ideal queda. ¿Cómo saber qué ideal va a quedar? No obstante, no parece muy arriesgado afirmar, por ejemplo, que las enseñanzas contenidas en el quijote no pasarán nunca de moda. Empaparse de los sueños e ideales de Don Quijote de la Mancha parece un bonito y seguro modo de trascender.

¿Qué somos? Vivir es un acto de la voluntad. Nacer es también un acto de la voluntad. El recién nacido se aferra al instinto de supervivencia. Un mundo por explorar se abre ante él. Todo está en la mente. La primera finalidad es cubrir las necesidades vitales. Una vez conseguido esto, si lo consigue, puede empezar a hacerse preguntas, los horizontes cada vez son más amplios. Pero vivir es un continuo esfuerzo de la voluntad. Enseguida comienzan las presiones para que el interesado adopte una u otra manera de pensar y abandone el propio camino. Estas presiones pueden ser positivas, tentando los apetitos terrenales, o negativas, infundiendo temor o infligiendo severos castigos.

Somos lo que pensamos. Si nuestra voluntad es lo suficientemente fuerte para crear un sistema de pensamiento propio, somos alguien, con una consistencia que será exactamente la que tenga su sistema. Si hemos sucumbido y adoptado la forma de pensar de otros grupos o personas, no somos nadie. Un papel a merced del viento que sople en cada momento.

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